«Desde la otra orilla» – Epistolario de Cruz Salmerón Acosta a Conchita Bruzual Serra

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Cartas custodiadas y cedidas para su reproducción por Amanda Bruzual de Melich. Publicado por CNE, 2009. Versión en PDF del Conchita Bruzual Serra - La Corderatapuscrito.

Es el destino. Algún día alguien contará nuestra historia inverosímil.

 Conchita Bruzual Serra

I

Esta historia comienza en una playa. Ella espera una barca que no llega, que tarda en llegar. El mar no siempre está en calma, y la ansiedad le moja el borde de la falda. Mira inquieta, y el agua terca ahoga las huellas de sus pequeños zapatos sin tacón. Es mañana temprana, tiempo aún para la faena. La vienen a buscar en una balandra que ese día sólo zarpa para ella. Vienen a escoltarla, a darle ánimos, noticias primeras. Don Antonio, ya anciano, es dueño de un tren de pesca, y Cruz María, su hijo, se muere desde hace tanto tiempo en una casita frente al mar, a las afueras de Manicuare, pueblo de la Península de Araya.

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Imposibilidad y mala conciencia: La sal de la tierra

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No existen relaciones unívocas entre arte y realidad. Toda pretensión de autoridad prescriptiva queda desvirtuada por la inmensa diversidad de su manifestación histórica. Ninguna estética, período, referencia geográfica, cultural o política ha logrado totalizar la experiencia estética e imponer una versión definitiva. El arte se concibe a sí mismo en lo que crea, porque el artista amplía el marco de lo real a través de lo intuible, sin solicitar permiso. Hija bastarda, la utilidad del arte se torna consumismo sin comprensión. No obstante, resiste la  experiencia transformadora, el tránsito que obliga.

La sal del la tierra (2014), de Wim Wenders, establece una sinergia imperfecta con la extraordinaria obra de Sebastião Salgado. La película asimila y sostiene la impactante presencia de las fotos, no obstante la  torpeza de Wenders de sobreimponerles el rostro del fotógrafo. Salgado una referencia de artista social, capaz de atrapar la profundidad del desconsuelo y ser un gran esteta, sorprendente e incómodo. El mismo texto ofrece sus límites: el director alemán enmendaría la búsqueda que Juliano Ribeiro Salgado hizo de su padre, siguiendo la estela del fotógrafo que partió de Ítaca. Una precaria filmación que se envuelve en el recuerdo de los ángeles caídos de El cielo sobre Berlín, recobrando el color de la vida a precio de su eternidad. Lo biográfico ayuda, pero sobra. Basta el discurso del fotógrafo sobre la silueta del dolor humano. El inevitable antecedente es Il volo (2010), acogida excepcional de refugiados en Riace, Calabria, donde guerreros gigantes fueron rescatados del mar. Se pasa de la ficción –sobre hechos reales– a la realidad de una Europa insensible a la tragedia que ha provocado en otros pueblos. En una filmografía frecuentemente metanarrativa, este corto reflexiona sobre el rol del arte en una sociedad deshumanizada.

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Traducir la traición a la tradición

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Es así como el individuo que privilegia su ser en colectividad puede acercarse con autenticidad a la tradición. Vicente Emilio Sojo recopiló, seleccionó, y armonizó lo que para él era venezolano, inventándolo en sonidos y haciéndose la pregunta para fortalecer una herencia académica que a duras penas recibía. Forjó las bases de un gregoriano popular que unificara lo disperso, como la nación misma, y lo propuso como garante de una autenticidad imaginada. Tradujo lo popular hasta convertirlo en una fuente que todavía baña, incluso a lo popular de retorno, fertilizando los orígenes. Supo del valor y los peligros de la institucionalización, y se arriesgó a ella. Renovó la enseñanza, creó orquesta y coro profesionales, organizó eventos regulares, pagó con sus escasos recursos premios de composición y editó obras. De esa pasión sostenida surgió un importante repertorio que perdura y espera.

 

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El discurso dicotómico de la obediencia voluntaria

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Rembrandt,_FaustMientras más categórico se presenta, más sospechoso se hace. Llena de subterfugios, la reducción a dos es siempre engañosa y antidialéctica. La inteligencia interpreta, encuentra diferencias, posibilidades, alternativas. Simplifica sólo para imaginar lo múltiple. Lo dicotómico impide la crítica, no permite comprensiones distintas, acaba con el pensamiento propio. Habla con enanos de tacones altos más abajo de sus ojos. Niega la duda por complejidad, no asume riesgos. “Diga Federación y seremos centralistas”, se propuso en un siglo alargado de violencias y pobreza. Se vaciaron los conceptos, incapaces de ver la realidad, y hubo que matar por ellos. El espejo negativo moldea su rostro en la silueta del no-otro. Dicotómico era Gómez, el tirano de la tierra. Todo lo que no sobaba la piel desu guante era traición, tortura y muerte. Dobles son los dioses en la misma moneda que confía en ellos. Como el ying y el yang, llevan un contrario que observa la totalidad, dando vueltas hasta hacerse indistinguible. Los peones avanzan sobre un destino en blanco y negro que no les pertenece, replican el de otro que juega con ellos. Radical no fue nunca el maniqueísmo de la obediencia ciega y muda, sino la voluntad de quien profundiza la comprensión con la voz alzada hasta la última consecuencia.

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El Dorado turismo del error

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El turista es un mal pasajero que queda aunque se haya ido. Más que viajero, es un activo consumidor que propicia las bondades del servilismo. Escarba en del alma de la gente lo que no trae consigo. Cuando compra, desvirtúa la suerte del que vende a otros. Con el muro cayeron las aberrantes tiendas para turistas de los países del Este. Creaban zonas especiales para capturar divisas extranjeras de extranjeros. Embajadores del placer ajeno, suman artificio y falsedad a su gesta. En Las Vegas, las pirámides de Egipto distan cien metros de los canales de Venecia, y por sus calles alardean las prostitutas sus conquistas democráticas. Juego de tronos y droga, capos de tres estrellas.

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Los senderos de las verdades que se bifurcan

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Buen narrar implica verosimilitud. Transmitir un ámbito de situaciones y dinámicas que se hacen posibles sin tener
que ser realidad tangible.
No responden al afuera del texto, pero la verosimilitud arrastra la experiencia de verdad que su significado refiere. Pero lo es por razones propias, no por apariencias, como le atribuye el mundo de los hechos fuer
tes. Narrar establece mecanismos que contrastan la capacidad de advertir lo diverso más que lo equivalente. Así, la literatura ensancha el conocimiento de lo real a través de la imaginación. Siembra sentido y sus tempestades se capean de otro modo. Narrar es exactitud de emoción. Ahí van los ríos a desembocar en el recuerdo. La percepción que importa recorre la piel, no penetra los huesos, es un adentro y afuera al mismo tiempo. Dijo Perogrullo que El Quijote es más humano que lo que la inmensa mayoría de nosotros hemos sido. Más histórico y decisivo que muchas batallas. El caballero existente por la voluntad de ser nuestra. Su verosimilitud se hizo verdad, su ética debería serlo para liberar galeotes del poder siempre injusto, dar consejos certeros no importando el fracaso del mando, inventar el amor para lo inventado.

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El habla artificial jamás será rebelde

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Sólo un cambio en la manera de pensar permitiría transformar el mundo, pero eso también hay que pensarlo. El filósofo de nuestro epígrafe, judío y alemán, era un minero de la comprensión social e histórica, no un obrero del mundo.  Y quizás le pesaba su condición de intelectual, pero sabía que sólo cincelando las ideas se pondrían al servicio de la libertad, porque muchas injusticias crecen en las sombras. Pensar permite ver a través de las palabras, quitarles grillos que no cantan. Es lo que hace la literatura al multiplicar sus sentidos y crear lo posible en el terreno de lo impensado. Y si la realidad cambia, también la palabra aunque sea la misma, como lo supo un reciente autor del Quijote. No obstante, si se trasvasan los énfasis, la vida se hace menos comprensible. La Revolución Francesa lo supo, y logró más con el brillo de la guillotina borrando para siempre la divina falsedad del rey, que con los hermosos nombres de los meses que pasaron.

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Elogio del deporte profesional

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Seguramente sea una frustración biográfica, pero no me interesa el deporte. Cuando niño, practicaba algo entre amigos, con pésima efectividad, para quemar energías excesivas que hoy se tratan con químicos. Luego, nadie me explicó cómo pegarle a esa pelota que amenazaba con fusilarme o cómo recoger un rolling, que frenaba con la contradicción de mi propio cuerpo. Así, la mayoría de las veces jugué banca, lo que es un absurdo en términos. El colegio quería ganar, no que los niños jugaran. Esto ocasionó que cuando obtuve una medalla en minibasket, lo único en que destaqué, tuviera que ir recibirla yo solo porque para mis padres era algo sencillamente inimaginable. Es el más insólito trofeo de mi vida, y desde entonces no acierto la cesta ni con el papel arrugado.

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Aleta en portugués

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OS CADERNOS DE ALETA, A PINTORA - CAPA

 

 

Évora: Ambiguae Editores, 2015.

Traducción María E. de Sousa

Portada Ana I. Reyna

 

 

 

 

 

Sobre a grave perda dos seus olhos

Aleta minha, Aleta

deixaste aqui os teus olhos

e eu já tarde quis devolver-tos mas já te tinhas ido

então quis ver com os teus olhos a ver se vias

campos de trigo ou canaviais

mas tenho que dizer-te Aleta minha

que estão enfermos os teus olhos estão enfermos

não se vê o sol que te desperta quando me mandas os beijos de Cortázar

não se veem os pássaros que cantam

quando ris e mordes a boca

dizendo não mas sim que tanto gosto.

 

Aleta minha, Aleta

não se vê o silêncio que se acumula quando fazemos amor

não se vê de onde vens nem aonde vais com tanto apuro

não me servem Aleta para saber se levas os pés direitos

se deixaste também os colares espalhados

e as meias onde não deves deixar as meias.

 

Aleta

lamento Aleta minha

estes dois olhos risonhos não estão senão cansados

querem dormir um pouco e aninham no meu peito

e não sei que fazer com eles

não sei se os guarde num cofrezinho de prata que tenho

não sei se os ponha numa redoma como os de uma santa com a qual não te pareces

não sei se os junte a este poema

ou se os ponha e sair à rua a ver passar a gente que nada sabe

Aleta, Aleta minha

porque o único que vejo com eles é a mim mesmo

beijando-te acariciando-te vendo-te despindo-te tocando-te

olhos então meus Aleta cega

Aleta sem olhos que são olhos meus

Aleta inocente deixando os olhos e complicando a vida onde procurá-los

Aleta espero-te com os teus olhos adormecidos

para que este sonho não desperte tão cedo.

De la palabra heredada sin dioses

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El problema se plantea de manera paradójica: la poesía está y no está en las palabras. En El arco y la lira, un clásico de la literatura del siglo XX –y no sólo de la latinoamericana–, Octavio Paz reflexiona con inteligencia de poeta sobre la poesía, el poema, el acto poético. Aborda por complementación, enumeración y particularmente por contradicción lo que en definitiva parece no expresable. La poesía es lo que queda entre las palabras cuando se intenta definirla. “Mas eso que está más allá del lenguaje sólo puede alcanzarse a través del lenguaje”. Si es el camino a un algo sin lo cual no existe, es el trayecto lo que cuenta. Una transformación de la mirada, intensificación del sentido que da razón al arte. La palabra se acera, se hace ambigua y compleja. Recobra su personalidad primigenia, cuando era voz, color y ritmo, potencialidad tocando el asombro. Todo poeta es un creador de emociones primeras. Comunicación de alto voltaje, donde Apolo embriaga y Diana permite ser acariciada.

Seguir leyendo: 10 De la palabra heredada sin dioses CO 17_9_15